sábado, 16 de enero de 2016

"Midnight in Paris" / "Memories of me" / "La letra escarlata" / "The Tourist" / Y música de Chaplin, Andrea Guerra, Evanthia Reboutsikas y Delerue

A veces, a ese universo de la ilusión, suelo llevarme mi coche
fantástico, viejo y destartalado, porque "es un poco como yo",
y porque a ese auto puedo "hablarle" mientras viajo a mi
destino. Además, no usa carburante; pues se mueve solo
por la imaginación, y yo de eso "tengo y me sobra".
"Cuando me oculto en el universo de la ilusión,
viajo muy lejos, en el tren del silencio,
en mi equipaje van mis recuerdos
y los colores de la imaginación.
Cuando despierto, busco la escena,
elijo el violín, el teclado y el cello;
es el comienzo y suena la música,
todo está listo y se abre el telón".
(Rusty Andecor)
  
"La imaginación crea la realidad".
(Neville Goddard)

"Y aunque la imaginación distorsiona la realidad, en cambio, tiene el poder de recrear la genialidad en ella" (Rusty Andecor)


Es la escena en la que conseguimos sacar del viejo cajón las "fotos
de color sepia", ya casi olvidadas. Es el momento de rebobinar
las escenas con la ayuda de nuestro "visor de antigüedades".
Y no es que queramos volver atrás en el tiempo; pues nuestro
reloj, también de color sepia, ya no se puede retrasar; aunque
quizá ¿podríamos detenerlo y congelar aquellas escenas? Así
podríamos disfrutarlas poniéndole "la música más hermosa..." 
Y ese es el secreto que se esconde en "el universo de la ilusión": la imaginación. Nada como ella para recrear el escenario en donde ha de realizarse la obra más importante de nuestra realidad, porque, con ella, abriremos las puertas a la genialidad. Pero de nada serviría si la imaginación no la envolviéramos con la música. De nada serviría si no estuviera presente el sonido del violín, el teclado o el cello, o incluso la melodía de aquel lejano acordeón.

Cuando comencé a recopilar la música de aquel Volumen 10 y a escribir toda su literatura, ilustrada de imágenes y subtextos, dediqué su álbum a quienes, dotados de la imaginación suficiente, eran capaces de detener el reloj del tiempo de su vida en aquel instante feliz que tanto deseaban congelar para rememorarlo con la música que marcaría su recuerdo. Pero también lo dediqué a quienes conseguían destapar la "caja de música" que tienen guardada en lo más profundo del corazón para escuchar la melodía que saldría del violín del hada de sus sueños.

Y aquel Volumen 10, que tanto me recuerda a una "pos-despedida" de mi viejo escenario y que, junto con el volumen 11, titulé precisamente "El epílogo", tal vez debido a sus mensajes concluyentes, contenía muchas más escenas que, con la música que le puse, pude extraer con la magia de mi "visor de antigüedades". Por eso, también lo dediqué a quienes lograrían sacar del cajón en donde guardaban sus "fotos de color sepia", ya casi olvidadas, desde hacía muchos años, para rebobinar todas sus escenas, incluso las más infortunadas, y hacer con ellas... una feliz canción.

Enmarqué la ensoñación de aquella escena, ella al piano, él con su
violín, con la sonrisa que percibí en la música que interpretaban.
Intenté que aquel encanto no se perdiera, mas luego la sonrisa
se desvaneció. Sin embargo, el diálogo de aquella "canción de
primavera", aunque triste, consiguió recuperar "el bálsamo
para el alma que sufre la oscuridad de la desesperación".
En los posts anteriores tuve ya ocasión de referirme a esa "caja de música", a las historias fantásticas, a la complicidad de la sonrisa y de la fascinación que su luz refleja, pero también a su poesía y al milagro que infunde en el alma el efecto balsámico de esa sonrisa; y para coronarlo con la vieja recuperación del "arco iris de la esperanza", porque, como dije entonces... "no hay nada que perder". Música, como los temas que nos recordaron a filmes como "Juntos, nada más", "The Artist", "Smile" (Luces de la ciudad), "Chaplin", o el Love Theme de "The Party", entre otros.

Así pues, revisando un poco el mensaje y los colores que envolvieron ese Álbum "El epílogo", comenzaría por recordar el libreto del tema “Spring Song” (clic), de Thomas Beckmann, perteneciente a la BSO de "A King in New York", de Charlie Chaplin. Y extraería de aquel libreto aquella parte de su texto, el que decía: "La sonrisa es el mejor masaje para el corazón triste, el bálsamo para el alma que sufre la oscuridad de la desesperación, y el beso ideal, empapado de ternura, para curar el desengaño". Y porque esa sonrisa forma parte del milagro de la vida, es aquí "la canción de primavera" (el título del tema) la forma de representarla. Pues aunque la música parece triste, escuchándola, es posible describir a "ella" con el piano y a "él" con el violín, precisamente "en un diálogo de sonrisas, mediante en el que a través de su encanto, consiguen iluminar el cielo de cada mañana".

Es "la chica del acordeón" (Accordion Girl). Robert Doisneau la
retrató cientos de veces, aunque sólo conocemos una docena de
fotos. No solo era su musa, quien le inspiraba en sus escenas,
sino alguien que solía interpretar al acordeón "Anette", el
tema icono musical de esta obra, dándole... alma a la melodía
.
En cuanto al tema “Arrivederci Roma (clic), que interpreta Alfredo Messina, extraído de la BSO de “Midnight in Paris, parece que el acordeón recupera ese toque mágico que siempre aportó en los temas que se intercalaron, puede que de forma caprichosa y en casi todos los álbumes, El color y el aroma de la música impregna una atmósfera de nostalgia, porque describe el comienzo de esa historia encubierta en esta obra musical y que ahora visita una escena en Roma.

El encantamiento no ha hecho más que empezar. Es ahora el tema “La parc de plaisir”, interpretado por Francois Parisi, de la BSO de “Midnight in Paris” el que nos sitúa más ahora más distante; en París. Y en ese mágico viaje, vemos enseguida una escena muy típica: uno de los bulevares de París. Aquí es donde ese eterno personaje busca esa magia, y la busca en un mundo real, aunque la fantasía suela transformar la escena; tal vez como en esa “medianoche en París”de la misma película de Woody Allen, producida en 2011 e interpretada por Owen Wilson y Rachel McAdams.

"La chica del acordeón", de Robert Doisneau, musa
simbólica de una parte de esa historia encubierta
entre los textos del libreto.
Los tres temas siguientes siguen teniendo como protagonista ese aroma musical del acordeón. Los tres temas siguen envolviendo con sus tintes mágicos la historia de sus dos personajes. Y los tres tienen en común el mismo track que incluye dos bandas sonoras y una musette de Yvette Horner. Se trata de "Valzer d´amore - Envolée d´étoiles - Valzer"(Hacer clic en éste o en los 3 temas a continuación)

“Valzer d´ amore”, de Andrea Guerra e interpretado por Richard Galliano, pertenece a la BSO “Viaggio d´amore”. Del libreto extraje: "Ahora es ella quien se ve envuelta en un torbellino delirante que se recrea en este divertido vals. Es el momento de aprovechar la proximidad de la aventura de ese viaje y de encontrar… a un amigo". El film es una producción italiana de Ottavio Fabbri de 1990 y protagonizada por Lea Massari y Omar Sharif.

“Envolée d´ ètoiles” , de Yvette Horner, no es una banda sonora de cine, pero sí del libreto que describe parte de la obra. Continuando con el libreto, la descripción sigue así: "Es el acordeón el que propicia el encuentro de ella y de él. Es la “ráfaga de estrellas” que interpreta Yvette, es la danza que acerca a dos personajes que buscan sus sueños en esas calles de París. El vals se hace más tranquilo y sutil, según avanza. Hay un momento en que ambos se acercan, pero solo para mirarse un instante y reconocer que quizá los dos están soñando".

La fascinación del fotógrafo Doisneau por
"la chica del acordeón", le llevó a retratos
glamurosos como éste, con el que se
permite hacer retoques que no eran
precisamente su estilo.
Y en cuanto al tema “Valzer, de Andrea Guerra, perteneciente a la BSO de “Háblame de amor”, hay una parte que relataba originariamente en el álbum y que decía: "después de ese instante de suspense que describe el acordeón a través de unas tenues notas, vuelve a producirse una mirada cercana entre los dos personajes. La escena queda “pintada” con una mutua sonrisa y luego se produce un silencio. Es el momento del piano que expresa, desde el corazón de él y con su melodía, cada vez más íntima, ese mensaje… intenso. Después le sigue el acordeón, que es como otro buen amigo que solo pretende animar ese acercamiento. Finalmente, ella se manifiesta conforme y feliz a través de las notas de esa guitarra que da fin a la música del tema".

La película, "Parlami d´amore", es una producción italiana de 2008 dirigida y protagonizada por Silvio Muccino y por Aitana Sánchez-Gijón.

Sería fantástico encontrar una maquinaria de altísima
precisión que ajustase en el tiempo el instante más
afortunado, para detenerlo y disfrutarlo eternamente.
“Memories of Me”, de Georges Delerue, es el tema principal la BSO No somos perfectos, ni falta que hace”, film estadounidense producido en 1988, dirigido por Henry Winkler y protagonizado por Billy Crystal y Alan King.  Lo cierto es que su música sirvió para darle fondo a un "auto-homenaje" que me hice a mi mismo al transcurrir un año desde que decidí comenzar en mi etapa "jubilosa". Y lo hice con un libro que llamé "El paso del tiempo de un viejo aprendiz de poeta"; un revoltijo de semblanzas y de ensueños, "un universo de sensaciones, reflexiones y de emociones, casi autobiográficas". "Una crónica del alma en la que la ilusión busca un fantástico reloj que busca y encuentra el instante maravilloso de la vida y se detiene en su tiempo para disfrutar del momento".

Yo soy el mundo que ves ahora / y que te mira desde
este niño / Las esperanzas son mis arrugas / y la
sonrisa ya muy gastada perdió el color / Pero mi
música, la de mis años / es esta rosa, es para vos.
La traigo aquí, mi joven niña / desde mi tiempo,
allá en mis sueños / Y mis recuerdos están
presentes en mi reloj.
Hay un instante en la historia acontecida en el subtexto del libreto en que se produce un eterno silencio. Y el tema "Memories of Me"fue la melodía más sugerente para pensar que “el silencio es el único amigo que jamás traiciona” y para dejar atrás las desilusiones. Es el momento de reflexionar sobre “el paso del tiempo…”, tal vez, de quien amó “la música más hermosa…” que latió en el corazón de un viejo “aprendiz de poeta”. Y fue entonces cuando la inspiración de tal personaje, precisamente de “la historia”, y conmovido por el mensaje de la música, dijo: “Hay relojes que marcan las horas de un instante en el que se puede recrear una vida entera; pero hay un reloj que marca ese paso del tiempo y que hizo viejo a este aprendiz de poeta”. Después, recitó: “Mas… no soy viejo / solo mayor / de desencantos  / y de suspiros / y de rutinas / y de ilusiones / las que me turba / quizá el amor”. Luego… continuó: “Yo soy el mundo / que ves ahora / y que te mira / desde este niño / Las esperanzas / son mis arrugas / y la sonrisa / ya muy gastada / perdió el color”. Y terminó: “Soy aprendiz / compone-versos / pero mi música / la de mis años / es esta rosa / es para vos / La traigo aquí / mi joven niña / desde mis tiempos, / allá en mis sueños / y en mis recuerdos / los que marcaron este reloj”.


"El tiempo es implacable y decidido, no suena su campana...". Pero
el buen destino lo ve pasar, y si ese destino está con nosotros, lo
pone a nuestro lado, para protegernos y cuidar de nuestros sueños.
(Hada de porcelana y relojes de bolsillo, de la colección de
miniaturas y relojes de Ángel (Rusty Andecor)
Y lo cierto es que... (continué reflexionando así, mientras escuchaba la música) ”¡sería fantástico! poder burlar el tiempo, rebobinando las escenas más desafortunadas de nuestra vida, dando marcha atrás al reloj, para mejorarlas o cambiarlas”. Es lo que intentamos en nuestros sueños, porque comprendemos que es un deseo imposible de cumplirse. Luego, me dejé llevar por mi alma de viejo poeta, y pensé: “Pero el tiempo es decidido, no suena su campana. El buen destino lo ve pasar y si ese destino está con nosotros, lo pone a nuestro lado, para protegernos y cuidar de nuestros sueños”.

Una de mis imágenes favoritas. Los niños esperan con sus maletas
llenas de ilusiones, a que pase su tren de la esperanza. En su
equipaje también llevan los colores de la imaginación; quizá
nosotros también llevaríamos nuestros recuerdos.
“The letter has served a purpose”, de John Barry, de la BSO “The Scarlet Letter”. es un tema con el que he querido recordar aquella cita de Eleanor Roosevelt que decía “El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños”, y con el que aquel "viejo componedor de versos, aprendiz de poeta", a que me he referido tantas veces, escribía al personaje que le inspiraba en sus cuentos: El teatro de la vida no sería mágico si no te convencieras de que siempre ha de haber en él una dosis equilibrada de sueños y de locura, y de que, precisamente… tú formas parte de la magia de ese teatro”.

Debemos sonreír al mundo, justo ahí en medio de ese camino en el
que esperamos el tren que nos ha de llevar lejos de la cruda y
perversa realidad. Y no podemos olvidar el encanto de esos
aparejos con los que podremos seducir a ese nuevo destino.
Lo cierto es que comenzábamos describiendo ese lejano viaje, en el tren del silencio y al universo de la ilusión. Llevábamos como equipaje los colores de la imaginación, los recuerdos. Luego había que buscar una escena, pero sabíamos que era imprescindible envolvernos de la música del violín, del cello y del piano, e incluso de aquel nostálgico accordion tan... parisino.

A veces no podemos o no queremos hacer el viaje a ese lejano universo, nos tenemos que quedar más cerca, y entonces buscamos allá en el horizonte esa luz de nuestros sueños, quizá es "esa amante de la noche, que es la soledad"; y luego nos recreamos en "esa isla de cuento, que es la fantasía", porque es la única manera de escapar de la cruda y perversa realidad, si es que no podemos viajar al "océano de las maravillas". Sin olvidarnos, claro está, de que, como decía aquel viejo aprendiz de poeta“debemos sonreír al mundo, aunque lo veamos tenebroso e indiferente, porque así podremos seducirlo y él nos sonreirá también.

Fantasía del "hada de la isla del cuento", que con la música de su
violín pudo hacer sonreír a la indiferencia de nuestro inquietante
y desolador mundo.
“The Scarlet Letter” (La letra escarlata) es un film norteamericano de 1995 dirigido por Ronland Goffé y protagonizado por Demi Moore y Gary Oldman.

Volvemos al relato y es el tema “Micres istories”de Evanthia Repoutsika, perteneciente al álbum “Armwa Varilias”, el que describe el momento de la vuelta de ella, que regresa del lejano país que encontró en aquella perdida dimensión "escenificado" en el sexto álbum de “La Colección”. La música dibuja un encuentro apacible y feliz de reconciliación. La sonrisa que él había brindado a la indiferencia y a la incertidumbre del mundo pudo seducir su destino y éste le premió convirtiendo en realidad la fantasía de su “isla de cuento”. Hay un pasaje en la melodía que describe el sentir gozoso y la sonrisa radiante de ella a través de las bellas y delicadas notas del violín.

Una escena del film, con un encuentro muy romántico, que también
pudiera sugerir el de los personajes de este relato encubierto.
El tema “Paranoid Match Teacher. Part 1”, de James Newton Howard de la BSO de “The Tourist”, es un festejo musical. Se trata de festejar con la "pintura" de esta breve pieza el feliz regreso. La cuerda y el acordeón envuelven con un vals la escena. Y en ese marco podemos imaginar a los dos personajes de la historia, animados y regocijados por el reencuentro. Es también un homenaje al volumen “Café de París-1” de “la música más hermosa del mundo”. El film de Angelina Jolie y Johnny Depp ya fue comentado en la crónica de volúmenes anteriores.

Y es ese "Café de París", el que reuní en un mágico escenario musical, dentro de mi obra de esa música de la ilusión que nos ofrece el cine, el que nos va a dar el aroma de los próximos temas. Hay una música que no aparece en ninguno de mis álbumes, pero que he incluido aquí para envolver este "café de París", y con el título de  ”Valse du café du fleuve”Es parte de la banda sonora de "Hiroshima, mon amour", de Georges Delerue.

Debería uno pensar que la felicidad es algo tan cercano y sencillo
como la ingenuidad y el candor de estos niños que no necesitan
nada más que acercar sus corazones y regalar su generosidad.
El tema “Happiness”,  de Georges Delerue de la BSO de “The Pick-Up Artist (El cazachicas)”, comedia americana producida en 1987, es una música que comienza a describirnos... precisamente la felicidad, desde ese momento en que no la esperas porque parece algo lejano. Pues fue aquel proverbio africano “Después de haber recorrido el mundo entero en busca de la felicidad, te das cuenta de que estaba en la puerta de tu casa”, el que me inspiró, quizá como ”aprendiz de la poesía de la vida”, para hacer esta reflexión en mi papel de aquel personaje del relato, ante "ella" y después de saborear el primer instante del reencuentro: “Deberíamos pensar que la felicidad es algo más cercano y sencillo que la ambición que aparece con frecuencia en nuestra propia condición humana. Y es lo cotidiano y lo insignificante lo que se acerca más al corazón, mucho más que la magnificencia del lujo y de los placeres frívolos y mundanos”.

Es el vals que festeja el contento de dos corazones que
desean vivir el momento feliz, "cercano y sencillo",
iluminados por el destello de la luz de su esperanza y
por los colores de su ilusión.
En cuanto al tema “Vals Nostalgique”, de Georges Delerue, de la BSO de “Paris au Temps des Cerises”, producción francesa de 1966, se trata de un nuevo vals que festeja el contento de dos corazones que desean vivir el momento feliz, “cercano y sencillo”, antes que la confusión de la frivolidad del fraude mundano y de sus falsos colores, esos que tanto nos abruman, deshaga el hechizo del momento y lo convierta en desencanto. La reflexión, entonces, del viejo aprendiz de poeta fue: “Son los instante agradables los que nos embriagan de gozo, porque la felicidad está en la paz de la conciencia y en la tranquilidad de la sencillez de la vida y no en la opulencia o en la festividad que anhelan nuestros sentidos”.

Dos temas de Charles Chaplin, los dos pertenecientes a la banda sonora de "The Kid", uno de los clásicos de Chaplin, producido en 1921, y en los que a través de su música podemos sentir la tibieza discreta, pero placentera de esa felicidad a que nos referíamos, ahora sin excesos y sin afectación de fantasías. "At home with the infant" (o “Garret Waltz”, en la versión de Carl Davis) nos describe aquí, igual que en el contexto escénico de la película, que esa felicidad está en lo "cercano y sencillo".

Charles Chaplin junto a su mujer (quizá la que le
amó más intensamente) y actriz preferida, "la
cieguita violetera" , en una escena de su vida
real, bailando felizmente.
Volviendo al relato, precisamente sus dos personajes celebran aquello de "happiness is in the near and simple" también con este "vals de la buhardilla", extraído de una escena interpretada en el cine por Charlot, pues nadie como él sabe festejar esa felicidad que encontraba en lo más cotidiano y para lo que solo se necesita la simpleza de un instante.

En cuanto al tema “Blue Eyes”, de la misma BSO de “The Kid, es otro vals de Chaplin con el que este genial cineasta celebra una de esas “felices” películas de Charlot, y que en este caso, nos describe la “felicidad” de unos ojos azules. ”Ojos azules” es precisamente el título del tema. Quizá es un vals que quiere plasmar el color de ese sentimiento que expresa la luz de los ojos de ella, ese... eterno personaje del relato.

La soledad es, tal vez, una de los sentimientos que más sugieren algunos de los mensajes musicales de la obra, y es que más que un estado físico de carencia de seres junto a nosotros, más que ausencia de la compañía del calor humano, es el abandono balsámico del espíritu a ese estado complaciente que se produce en la intimida de nuestro retiro, con la confianza gratificante de que esa invisible "compañía", la de la soledad, nos comprende. Así que... he elegido estos dos temas, como todos los demás temas anteriores, también del "Volumen 10", para describir este sentir.


El silencio invadía la estancia. La soledad solo desaparecía con aquel
cuadro de la mujer del vestido rojo tocando el piano aquella pieza.
La música parecía salir del cuadro...
“Crimes of the heart” , de Georges Delerue, de la  BSO de “Crímenes del corazón”, es el primero de ellos. La tristeza de la melodía que se desprende desde el inicio de las primeras notas del piano nos recrea un ambiente que define muy bien esa pintura que ahora acompaña a aquel aprendiz de poeta del relato: es la soledad. Él piensa que “La soledad se convierte en la antesala de la reflexión del alma, el mejor auditorio para oír la música del corazón y la biblioteca mágica de los sueños”. Y reflexiona después: “La soledad es la sensación entre el discurrir de esa desilusión y desconsuelo que origina el silencio y el distanciamiento y la complacencia o disfrute de la plenitud de ese estado generoso que se produce en la intimidad del retiro”.

... y su viejo enamorado, cuando pasaba cerca de la
casa y escuchaba la música de su dama de rojo, la
que interpretaba al piano, dejaba su banda y se
acercaba a contestarle con su saxofón.
Quizá no sean las imágenes que aparecen en el vídeo del tema (clic en él), tan tristes, melancólicas y de abandono, incluso las de las primeras hadas que corresponden al tema siguiente, las que sugieren el sentido que quise darle a esta soledad tan emotivamente musical para mí. Tal vez, cuando edité las imágnes del vídeo tenía otra motivación más apesadumbrada y nostálgica.

Sin embargo el tema “Ice Cream” de Georges Delerue , igualmente de la BSO de “Crímenes del corazón“, tiene un tono más feliz. Es como una caja de música que quisiera hechizar a los personajes del cuento para encerrar dentro ese componente de ilusión que lleva el alma de ambos para anhelar esa felicidad. Así, el tema comienza con una hermosa “musiquilla” que enlaza, poco a poco, con la cuerda y el clarinete, hasta envolver progresiva e intensamente la melodía y hacernos sentir inmersos en ese estado placentero de felicidad. Las imágenes de las hadas editadas en el vídeo nos sugerirán esa sensación.

"Crímenes del corazón" es una producción norteamericana de 1986 dirigida por Bruce Beresford, protagonizada por Diane Keaton, Jessica Lange y Sissy Spacek, y ambientada con la música impecable del maestro Georges Delerue.

Dos soñadores que se encuentran en la medianoche, en una calle perdida
en un viejo barrio de París y se dejan llevar por un mágico paseo que les
llevará, lejos de su soledad, a la plaza de la esperanza.
Y es el momento de pensar que: “La felicidad está, a veces, en cualquier situación en que uno se encuentra; en la luz o en la oscuridad, en el bullicio o en la soledad, en la risa o en la tristeza, en la fortuna o en la indigencia; solo hay que buscar un poco de ilusión y encontrar un alma generosa que nos comprenda, nos mire a los ojos y nunca nos abandone”. A veces surgen, por casualidad… dos soñadores que se encuentran y se dejan llevar por un mágico paseo, durante la medianoche, en una calle perdida de un viejo barrio de París.

Este no es el "tren nocturno a Lisboa", sino un viejo tren que
nos había de llevar a un nuevo mundo y con el que nosotros,
que éramos muy jóvenes soñábamos. Decidimos subir a la
plataforma delantera de la locomotora, porque teníamos
que ver el horizonte, sin temor a equivocarnos. Miramos de
frente y empuñamos el estandarte de la esperanza. El tren
comenzó a coger velocidad y nosotros gritamos ª!El mundo
es nuestro!". 50 años después comprendimos que habíamos
quedado allí una parte de nosotros y que algo podemos
recuperar si regresamos a aquella estación.
Y para terminar esta parte del "Volumen 10", cuya continuación dejaré para el próximo post, he querido incluir parte de ese texto del personaje Amadeu do Prado, de la novela "Tren nocturno a Lisboa", escrita por Pascal Mercier,  y al que ya me referí en mi reflexión "Los encantos y temores de la soledad", que publiqué en mi Blog "Rusty Andecor" el 30-9-2014. Aquel escritor ficticio decía: "Cuando abandonamos un sitio dejamos allí una parte de nosotros. Nos quedamos allí aunque nos marchemos. Y hay cosas de nosotros que sólo podemos recuperar si regresamos a ese sitio".

Amadeu do Prado concluyó: "Viajamos a nosotros mismos. Cuando vamos a un lugar donde hemos recorrido un tramo de nuestras vidas, por muy breve que haya sido la estancia. Pero al viajar, nosotros mismos nos tenemos que enfrentar a nuestra propia soledad ¿y no es así que todo lo que hacemos es por miedo a la soledad? ¿Es por eso que renunciamos a todas las cosas de las que nos arrepentiremos al final de nuestras vidas? Quizá... es difícil responder a este interrogante, porque... el anhelo de la felicidad, a veces, nos lleva a una trampa en la que caemos... por cierto ¿quizá, cuando renunciamos a esas "cosas", o cuando no lo hacemos y nos lanzamos? Pues esta es la cuestión. Y no olvidemos que... en el medio de todo está, siempre, la soledad.

Es "la caja de música" en la que se guardaba toda la ilusión y la
fantasía con la que la imaginación de un viejo narrador de cuentos
puso color y forma a la recreación del escenario, tal vez de un sueño.
Y de aquella "caja de música" a que me refería al principio de esta crónica musical, la que contenía ese "Café de París" que pertenece a otra parte de mi obra, he dejado el punto final, con la musiquilla típica de esa caja mágica. Se trata de un tema de la BSO de "Joe Versus the volcano" titulado "Once Upon a Time, de Georges Delerue, y que se incluye al principio de la suite musical de este vídeo con imágenes de su banda sonora. El tema, con el que termina el Volumen 10 (aunque dejaremos para el próximo post otros de sus temas), es un reflejo de aquella nostálgica caja de música que tenía un poder especial cuando se abría y se escuchaba aquella melodía. Es también la caja en la que se guarda la imaginación y la fantasía con la que se quiso escribir este relato oculto entre la música que lo envuelve y el escenario que se recrea en algunas de las imágenes del álbum.

Ángel González "Rusty Andecor"


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