"Hay una música que nos trae recuerdos del pasado.
Y hay otra música que nos recrea el presente.
Pero también hay una música que nos lleva
a los recuerdos del futuro".
"Todo ello representa el teatro de nuestra imaginación
y sus escenas son las que buscamos
en esa dimensión reservada, solo a nuestra ilusiones".
"Los recuerdos del futuro son pinturas
que describen esas ilusiones,
con sus formas y colores.
El tema de su lienzo sale de la inspiración de nuestra alma ensoñadora.
Y la música que describe el cuadro es la que vemos en aquella imagen
que deseamos encontrar o recuperar
en el goce de nuestro mundo esperanzador"
La poesía de la música nos lleva, a veces, a soñar con la magia de ese escenario de ilusión y fantasía. Es un escenario que solo encontramos en la intimidad de nuestra secreta dimensión. |
Estoy convencido que..
.
“La música es un canto idílico al paso del
tiempo y a los recuerdos”,
Pero también tengo claro que...
“La música es un poema, a veces
sinfónico, recreado para esos otros recuerdos que hemos querido sentir en ese
escenario futuro y que aún añoramos vivir”.
(Rusty Andecor, autor de los cinco pensamientos)
(Dejadme que os diga, y para ello lo pongo entre paréntesis, para no
contaminar mis palabras de la perversidad de la realidad, que la música, la
literatura, la pintura y algo más de las artes y la cultura, es lo poco que nos
queda de este mundo podrido por la mentira, la indecencia y otras bajezas del
condicionamiento humano. Por eso y porque es una de las pocas cosas que me hace
feliz, no quiero escribir ni dedicar mi tiempo de ocio a otra actividad que no
sea esta que alimenta mi inspiración. Pero, al mismo tiempo, os invito a
vosotros a que hagáis lo mismo dedicando más el tiempo a las artes nobles y a
la cultura, que no a las intrigas y conspiraciones de ese siniestro mundo).
"La música más hermosa del mundo" es la que interpretó la musa de mi inspiración a través de ese escenario fantástico que me ofreció el paso del tiempo y desde los azules de mi cuento. |
Así pues (aclarada ya la cuestión anterior), y una vez más, me vais a
permitir que me enorgullezca de erigirme en paladín de la causa musical, pero
de esa que yo llamo “la música más hermosa del mundo”, la que
crearon –y siguen haciéndolo- los grandes maestros de “la música
noble”: la clásica y la de las grandes composiciones para el cine.
También, y ya en el ámbito más próximo a mi visión particular de la música,
recordar que todo ese contenido musical de mis “volúmenes”, esos
que denomino así para clasificar las distintas partes en que he dividido mi
obra, describe un mundo pletórico de recuerdos que “el paso del tiempo” ha
enmarcado en la vida de este romántico ensoñador, “aprendiz de poeta”,
unas veces, “imaginador de cuentos”, otras; por lo que él
mismo terminó llamándose ”Rusty Andecor”, precisamente a causa
de su significado en uno de sus relatos.
Por otra parte, siempre me ha gustado aclarar que cada volumen cerraba una
parte de esa historia encubierta en la totalidad de mi “colección
literario-musical”, tintada a veces con guiños de color azul. Sin embargo, y esto también necesita su aclaración, con
cada nuevo volumen que yo editaba, volvía a hacer la referencia nostálgica de
algunas de las escenas ya descritas anteriormente. Pues el flash-back solía
aparecer, a veces, en las imágenes que decidía insertar; aunque la
retrospectiva de otros momentos que aparecían, correspondiera o no al tiempo en
que se sucedieron.
Lo cierto es que una de las característica de mi singular obra, “La
música más hermosa del mundo”, ha sido la constante renovación de una
despedida que he venido haciendo desde la ficción de “mi propio personaje” y
para quienes yo imaginaba, no ya en el contexto de figurantes de mi libreto,
sino entre aquellos a los que yo les venía escribiendo cada una de las partes
de la obra. Y es que el primero de los volúmenes que llevaba el mensaje de
ese “adiós” fue el que hacía el número 6, precisamente el que
llevaba el título de “La despedida”, la que entonces, en diciembre
de 2009 ofrecería, posiblemente, a alguno de los personajes que aparecían en
mis libretos. En concreto, y ya en aquel álbum con la música con la que
finalizaba la recopilación, era justo el tema de “Hanover Street” (del
film “La calle del adiós”), pero en otra versión, con el que
también había comenzado, en su primer volumen, el trabajo de esta colección
musical. Y no fue casual, sino intencionadamente, editar la misma música con la
que finalizo ahora el “Volumen 15”, aunque en su “versión
extendida”.
Hay que decir que, aparentemente, todos los volúmenes musicales que fui
editando llevaban ese carácter nostálgico de despedida; era justamente una de
mis señales o marcas con las que me gustaba impregnar el álbum. "El
séptimo" fue ”el adiós
a mis amigos con alma sensible”; mis
amigos “históricos” y sentimentales; no los más lejanos en el tiempo, sino
aquellos que me acompañaron en el trabajo durante muchos de mis últimos años.
Pero los sucesivos recopilatorios también llevaban esa nota, melancólica a
veces del final de una historia. El volumen 14, editado entre el
2014 y 2015, sirvió para hacer una evocación silenciosa a las escenas musicales
que más calaron el alma de mi inspiración. No quise poner literatura en él, ni
escribir libreto alguno para esa parte del álbum, ni siquiera llegué a
referirme a la inspiración que me llegó con su música. Fue como un homenaje a
la obra que había recopilado en su totalidad, y dejé el mensaje de su temario musical
la imaginación de cada uno.
Sin embargo, el homenaje definitivo estaba en esta otra última parte; la
del Volumen 15, la que mientras iba construyendo, pieza a
pieza, ya la estaba llamando “La ensoñación”, aunque en su búsqueda, desde Spotify, las coleccionaba en un playlist que nombré "Música para un ilusionista de sueños". Quizá,
finalmente, decidí que el título más acertado para este álbum fuera “Destellos
de un sueño”. Sí; estaba seguro que ese iba a ser su título; un
poco "cursi y empalagoso", como alguien definió mi obra
una vez, aunque de forma cariñosa, pero era justo lo que quería. Tal vez, no
hubiera un relato ordenado, ficticiamente construido entre las escenas
descritas a lo largo de mi libreto musical, como tampoco lo hubo en la sucesión
de los temas de cada playlist que
compuso la obra. Cierto. Pero… quizá con este último y definitivo álbum, he
querido revelar el mensaje que sugiero en cada tema musical, unas veces con el
flash emotivo (el destello) que hace entrever mi propia fantasía, otras vislumbrando algunos
de los colores que dan vida a mi imaginación. Después de todo, quizá solo son
retazos de esos sueños que fui teniendo, e incluso atesorando, no solo a través
del paso del tiempo, sino incluso en esa película, un poco surrealista, pero
que yo suelo imaginarme en un escenario que evidentemente nunca llegaría, pero
que visionada a través del teatro que representaba mi propia ilusión... sé que
puedo guardar en los archivos de mi alma ensoñadora.
Solía decir en mis anteriores crónicas que “la vida en una
película llena de sueños”. Pues el que no sueña está muerto. Y nunca
hemos de olvidar que los sueños no solo recrean la fantasía de los
momentos que alguna vez deseamos vivir, aunque con un color distinto o más
exótico. Porque… sabemos que hay otros sueños, aquellos que
siempre hemos imaginado vivir un día en nuestro futuro cercano. Son
escenas, casi siempre en forma de ráfagas o destellos y que ahora, si buscamos
la inspiración, descubrimos en ese estado onírico que nos trae y nos sugiere la
música del “Volumen 15”.
En esta selección de 40 temas hay algunos que, desde luego y al menos para
mí, describen casi “pictóricamente” los recuerdos de un escenario que solo está en ese futuro que imaginamos,
en ese fantástico y feliz destino que a veces añoramos. Recuperamos, nuevamente, ese vídeo representativo de aquellos recuerdos evocados en los 7 primeros volúmenes de la obra y en los que se funden las escenas de los filmes que se muestran y el espíritu ensoñador del eterno personaje que busca el autor del libreto a través de ese álbum. Se trata de un tema de este "volumen 15" que ya se publicó en el post anterior: "Cinema
Paradiso. Love Theme" (hacer clic), versionado por William Joseph y con las imágenes que yo edité para esta ocasión. Así pues, con una selección musical como la de este último playlist, pondremos audio y vídeo
a la mitad de los temas en este post. Lo haremos a través de los enlaces con Youtube y que reseñaré para hacer clic en ellos. Y quedaré el resto de la música para la siguiente y nueva entrega.
Cartel comercial del film, con la representación de una escena que nos lleva al "vals del ayer". |
Una apasionada escena del film con Michelle Pfeiffer, en la que vive una patética historia de anhelos insatisfechos. |
Es la escena de ese instante perdido que tantas veces hemos deseado recuperar desde el pasado hasta ese futuro cercano. |
En cuanto al tema “The Return”, de la BSO del film “My old lady” ("Mi casa en París"), de Mark Orton, es
una música que, al menos para mí, consigue describirme ese instante perfecto del
encuentro que uno siempre ha deseado, ese que está en la mente pero que nunca
llega. Quizá es una escena que alguna vez hemos imaginado en "blanco y negro", en ese velador de un viejo café. Sin embargo, la melodía también intenta representar esa sensación de
sorpresa, incluso de disfrute, con la recuperación de un instante perdido,
aunque nunca olvidado en nuestro mundo de ilusiones. Curiosamente la película,
una simpática y deliciosa comedia, consigue sorprendernos con el encuentro de
esos instantes que son los que dan la chispa a nuestra vida, nos cautivan y luego permanecen en el recuerdo.
Por otra parte, he querido extraer la sugerencia de una música, desde
algunos de los lugares más recónditos de los sueños (de ahí “los destellos de un sueño”), pues son los que pertenecen al
argumento de esas escenas más íntimas y reservadas del autor de este libreto,
eterno “espectador” de su guión y permanente personaje, aunque invisible, en el transcurso del
relato “entrelineado” de la obra.
El grupo de cámara "I Salonisti", autor de la música para una parte de la banda sonora Titanic y para su álbum "The Last Dance", con motivo y celebrando un homenaje a película. |
Es una música escrita para describir un especial clima de intimidad y
ternura, y escenificada, además, con un formato muy apropiado para su
contenido. Pues para su interpretación, nadie mejor que el grupo de cámara “I Salonisti”, aquel que consiguió la fama con su
aparición en la película “Titanic”. Y nada mejor que algunas de las composiciones que la formación interpreta
también para el film y de las que, para este motivo y ocasión, extraigo aquí de
este último volumen. Recordemos "Titanic" como una superproducción
norteamericana del 1997 que dirigió James Cameron y protagonizó Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, aunque de su banda
sonora más conocida no vamos a referirnos en esta ocasión.
Dos escenas del mítico film representadas por la "Titanic Band" (I Salonisti). La primera escena quizá coincide, por su ambiente relajado y tranquilo, con el "Valse Septembre". En la segunda, se ve el drama que ya comienza a vivirse, y podría coincidir con el tema "Song of Autums". (Por cierto, "Nearer my Good to Thee") |
Es una imagen del quinteto "I Salonisti" en su papel de "Titanic Band" posando en la cubierta del Titanic. |
El tercer tema es el más festivo y gozoso. Se trata de "Wedding Dance" y es "La danza de la
boda". Quizá lo hemos dejado para cerrar estas
3 partituras con el fin de conseguir desvanecer el tono triste y melancólico de
los dos temas anteriores. Aún así, no me resisto a dejar un bis de este quinteto de cámara tan romántico
con un tema muy conocido, que no se incluía en la banda sonora, ni está
seleccionado en el "volumen 15". Se trata de la conocida pieza Intermezzo from “Cavalleria
Rusticana”.
Valga como un homenaje a "I Salonisti" y al género tan emotivo y sensible de esta música. (Clic en los 4 títulos).
Como tampoco me resisto a cerrar este pequeño homenaje que dedico a esa música de violín, la que se caracteriza por la exclusividad que sugiere su mensaje y la sutileza de su melodía. Así pues, he escogido a un virtuoso del violín, al creador de un estilo, tal vez controvertido y criticado por los puristas, pero con el mérito de haber conseguido que la genialidad de su música llegue al más profano. Se trata de Ara Malikian, interpretando una de sus últimas composiciones: “El vals de Kairo”
Como tampoco me resisto a cerrar este pequeño homenaje que dedico a esa música de violín, la que se caracteriza por la exclusividad que sugiere su mensaje y la sutileza de su melodía. Así pues, he escogido a un virtuoso del violín, al creador de un estilo, tal vez controvertido y criticado por los puristas, pero con el mérito de haber conseguido que la genialidad de su música llegue al más profano. Se trata de Ara Malikian, interpretando una de sus últimas composiciones: “El vals de Kairo”
Continuando con el playlist de este "volumen 15", he encontrado también un vals que me lleva a ese “visor de antigüedades” cuya magia
consigue extraer otra escena de una ficción que transcurrió en “el paso el tiempo”, quizá descrita en aquel lejano cuento de “la princesa y el campesino”, y quizá dibujada en alguna de esas
estampas que aparecen en los sueños. Se trata de “Anastasia Waltz”, perteneciente al film “Anastasia”, de Alfred Newman, aunque bien podría
haberse titulado “El vals de la princesa”. La película, una
producción norteamericana del año 1956, fue dirigida por Anatole Litvak y protagonizada por Ingrid Bergman y Yul Brinner. En cuanto a la música,
contiene todo el argumento de una historia intensa y apasionada, tal y como se
deja entrever, a veces, a lo largo del libreto de esta obra musical.
El tema
que sigue a este vals de la banda sonora de Newman es el de “Anastasia theme”. Se trata de la misma música, pero en una sencilla versión e interpretada exclusivamente al piano, más nostálgica, más
lejana en el recuerdo, quizá la que alguna vez consigo escuchar en uno de esos destellos de mis sueños, aunque envolviendo la imagen del rostro de aquella hermosa
dama con su gesto nostálgico y en actitud distraída y ausente; alguien así como la que ilustra
la dama que aparece en el vídeo de este tema. (Clic en los dos
títulos, que son versiones del mismo vals).
Y entre los recuerdos del pasado, puede que incluso de un futuro frustrado
entonces, no podían faltar unos destellos del “sueño de París” tan festejado y
evocado a lo largo de toda la obra. El título es “13
Jours en France” (clic en título), perteneciente a un trabajo del compositor de cine Francis Lai, en colaboración con Pierre Barouch para este tema. Pierrre Barouch, por cierto, autor de la partitura de la música de “Un homme et une femme” y de la canción “Plus fort que nous”, "love theme" del
film. Por si fueran pocas casualidades, Barouch se casó con Anouk Aimée, la protagonista de
este clásico del cine. Y… por si fuera poco el tema de Francis Lai nos va a recordar mucho al de “Un hombre y una mujer”.
"13 Jours en France" es un tema que nos recuerda mucho a ese inolvidable clásico de Claude Leloux "Un homme et une femme", al que corresponde esta romántica escena, una de las secuencias finales del film, y una de mis tomas preferidas; las de la pareja Jean-Louis Trintignat y Anouk Aimée. Su música, como la del film de referencia, es una de las que me evocan la clave y esa visión tan ensoñadoramente parisina. (Clic en "Last scene" del film) |
Volvemos ahora a la referencia inicial del título del álbum, el que sugiere
la “ensoñación” del personaje que se auto-describe en los libretos de algunos de los
volúmenes de la obra. Así, llegamos a un tema perteneciente al film “Monte Carlo”, del compositor Michael Giachinno, titulado “The seduction of Paris” (hacer clic en
el título), de cuya banda sonora ya incluimos
anteriormente otras piezas musicales, precisamente en el volumen 12. "La seducción de París" describe muy bien
la nostalgia de esos "destellos de evocación del
pasado", aunque quizá de un pasado que nunca sucedió y que tan solo ocurrió en la
película de nuestros sueños. Digamos que, haciendo referencia al título del
tema, es la seducción de nuestra propia
imaginación.
Quizá también, la razón de incluir esta breve composición es la de
facilitar introducirnos en un escenario ya descrito en otra ocasión, localizado
en uno de los primeros volúmenes de la obra; precisamente aquel que llevaba el título
de una extraordinaria y encantadora dama: “la Condesa de Hong Kong”. Así llamé a aquel "Volumen 4" y al libreto de su música. Pues a una parte de su banda sonora ya tuvimos ocasión
de referirnos en este blog, entonces en dos publicaciones.
El escenario musical del que hacemos referencia, con la introducción del compositor Giachinno, es el que pone el argumento de tres de
los temas pertenecientes al film "A Countess from Hong Kong".
Pero
antes de nada y volviendo a esa breve obertura de la pieza anterior, de la banda sonora de "Monte Carlo", observamos que su melodía se va
desvaneciendo gradualmente, hasta que de pronto comenzamos a escuchar la música
de Charlie Chaplin, con el primero de los temas de esta
trilogía, y tenemos la impresión de que algo nos turba o nos aturde, como
si nos llevara al embeleso y nos envolviera entre destellos de un sueño. Porque... es que de
sueños va el tema y el mensaje que sugiere su título, pues se trata del
vals: "The Countess sleeps" ("La
condesa duerme"). Y es que “la condesa” también
sueña.
¡La condesa de Hong Kong! Recordemos
aquella dama que describíamos ya hace tiempo en uno de los primeros volúmenes,
el que encabezaba la música del film “A Countess from Hong Kong”.
Natascha, una chica de vida alegre y que decide cambiar su vida, se
marcha lejos, escondiéndose de polizón en un barco. Su historia me llevó a
compararla con la de otro personaje que entonces aparecía en mi imaginación,
tal vez desde un “cuento de hadas” que un día me encontré, por
casualidad, en los azules de la realidad. Aquella otra “natascha”, aunque
yo en mi ficción la llamaba “Iris”, era también una mujer
alegre, pero que había sufrido en el pasado y que, valiente y decidida, se
dispone a luchar contra todo lo que le había causado la pena de su desventura. “Iris” se
esconde de “polizón” en ese “camarote de su barco”, como su seguro refugio,
para dejar atrás las adversidades de su pasado. Trata, así, de cambiar su vida,
como Natascha, si no marchándose lejos, al menos, escondiéndose en
su sonrisa y volando hasta los confines de sus sueños. Es el argumento que puso
mi imaginación en este vals "The Countess sleeps", salpicado de diálogos que la melodía, con su elocuencia y su sugerencia
musical, nos transmite, al compás de la feliz reanudación del
baile.
“Waltz Natascha”, el siguiente
tema, también en el orden de selección del volumen, nos refresca la nostalgia
del pasado recuperando los recuerdos más gratificantes de las escenas del
“visor de antigüedades”. Natascha, al igual que Iris,
vive ahora la intensidad de este vals, después de despertarse del sueño y
percibe que la realidad ahora se parece bastante a su ensoñación. El vals
contiene uno de los temas centrales de la música de la película. Con él he
querido describir la esperanza y la ilusión que intentan poner los personajes
que protagonizan el libreto.
“My star tango Natascha” es
una partitura que combina de forma exquisita el inicio de la obertura del
film, "love theme" de su banda sonora, con la romántica música
de este tango. La película termina con esta pieza; pero también “la película”
de la historia que yo pretendí plasmar en esta obra, casi de forma encubierta,
acaba con esta magnífica composición de Chaplin.
No puedo evitar confesaros que me conmueve muy especialmente la
intensidad visual del escenario musical, el que me sugiere en la imaginación el
mensaje de ese tango, incluso desde esas primeras notas que interpreta el
acordeón y al que le sigue la melodía del violín. Y… bueno; si a ello le
añadimos la escena del baile que extraje del film en este vídeo (clic en "Last
scene"), junto con el
magistral acompañamiento de la cuerda, creo que hemos conseguido el final
perfecto, el broche de oro, puede que festivo y feliz (me atrevería a
decir) para la conclusión de esta “extraña” o, al menos, poco común
obra literario-musical.
De la producción cinematográfica de Chaplin, y que
protagonizó Sofía Loren y Marlon Brando, ya habíamos hablado en el
post en que publiqué su "Love Theme", el que se
comercializó como "This is my song". Sin embargo,
destacamos ahora el autor de la interpretación de la música de esta banda
sonora, que no es precisamente la misma que comercialmente aparecía después como "soundtrack" del
film, la que interpretaba la prestigiosa "City of Prague
Philarmonic Orchestra" y que dirigía Carl Davis. Pues
la totalidad de la música, que por cierto compuso íntegramente Charlie
Chaplin, estuvo a cargo, tanto los arreglos orquestales como la dirección,
de Lambert Williamson, cuya orquesta ya realizó numerosos trabajos
para el cine entre la década de los 40 y los 50.
Lo cierto es que el volumen 15 ya había terminado
con ese “Tango de Natasha” (que además ya se había incluido en el volumen 14); incluso manifestando ese momento
de conclusión solemne y emotiva, casi de apoteosis final. Sin embargo, en la
versión “extendida” y completa del álbum, mientras editaba mi trabajo de búsqueda y selección, ya había decidido
incluir dos temas, a modo de bises, como una "propina", como en los conciertos de
verdad, porque creo que tienen una significación más allá del contexto de la
evocación de este último volumen.
El primero de los dos temas representa la significación de aquel
eterno icono musical que nos devuelve la confianza en la bondad del mundo. Puede que sea un tópico más, pero es un argumento universal, un
recuerdo que nunca deberíamos olvidar: el de que “el mundo es
maravilloso”, o al menos eso es lo que queremos ver en nuestra
ilusión. Sin embargo, la música del tema "What a Wonderful
World" no es la original de la banda sonora de
aquel film al que ya nos referimos en el post de otro volumen (recordemos la versión haciendo clic en el título), ni siquiera la de una versión orquestal conocida. He buscado
intencionadamente una interpretación más simple y anónima, en un contexto muy próximo a aquel personaje que una vez quizá existió al margen de
los anales del libreto de la obra. Aquel personaje se llamaba Sophie,
quien aún en el transcurso de su larga y triste enfermedad, nunca dejó de decir
que el mundo era maravilloso, porque, según ella, “al mundo y a la vida
hay que ponerle el color de la bondad de nuestra imaginación y eliminar de la
paleta pictórica de nuestra mente los tonos sombríos y colores tenebrosos". Luego, naturalmente, solo habría que exclamar: ¡Qué mundo tan maravilloso! (Por cierto, alguien que la conocía muy bien fue quien hizo me llegar una versión al accordion muy parecida a la del vídeo de este enlace. Aquel "alguien" era su propio hermano Bernard). La versión del tema "What
a Wonderful World" es la que interpreta el acordeonista Richard Noel (y no René, el acordeonista de La Seine, el que dedicó "Anette" a "La dama del Sena")
El segundo tema, el último de las más de 400 pistas de música
distribuidas en 15 playlists, “el bis de la definitiva
despedida”, es el que sería siempre el botón de cierre de aquellos
volúmenes en los que intentaba poner un adiós, aunque luego recuperase un nuevo
encuentro. El tema es “La calle del adiós”, puede que… aunque
no lo parezca (por aquel nostálgico “Encuentro en el Sena”) éste
sea el tema de amor de toda esta colección de música que yo titulé “La
música más hermosa del mundo”, pues desde el primer tomo musical, iniciado
allá en el 2004, “la calle del adiós” representa el adiós de
un universo imaginado, quizá en el marco de un fantástico cuento. El tema es el “Finale” de
la BSO de “Hanover Street”, música original de John Barry.
Es la versión más conmovedora, aunque, tal vez, la más ceremoniosa y solemne
para un auténtico final de lujo musical. La belleza de esa interpretación lenta de
la cuerda y de las notas de la melodía que marca el piano, además del apoyo visual de los fotogramas del film
que protagonizan Harrison Ford y Lesley
Ann Down, consigue de la pieza
el mejor epílogo para “La música más hermosa del mundo”.
Ángel González "Rusty Andecor"
Y aunque, como decía mi tocayo Ángel González, el poeta asturiano, “Te llaman porvenir porque no vienes nunca”, el adiós (y su "calle") es la invocación a la ilusión de esos "recuerdos del futuro" (la clave y tema de una parte de este post y volumen). Pues, aun estimando el sentido del humor de mi homónimo Ángel González en su cita, el futuro puedo o no llegar, pero su recuerdo siempre ha de estar en nuestra imaginación. Por otro lado, "el adiós" tiene su "calle" para dejar en ella la esperanza de un reencuentro con lo que dejamos atrás, o con quien dejamos allí, en el preciso momento de nuestra despedida.
Anatole France, el escritor francés, galardonado como nobel de literatura, dijo: “El porvenir es
un lugar cómodo para colocar los sueños”. Por eso, deduje de esta genial frase, y así pienso yo, que "Siempre hay un hueco, en ese
escenario futuro que añoramos vivir, para poner la sucesión de los instantes que anhelamos recuperar del porvenir y para recrear en él la pintura de la música
que describe nuestros sueños". Porque... es fácil dejarse llevar por la ilusión del mañana, por la escenografía de los sueños, como también es fácil entregarse a "los recuerdos felices del futuro".
¡Ahhh, los recuerdos… los de aquellos momentos que el
pasado nos regaló! Pero… no importa que se quedaran allí, porque siempre podremos
recuperarlos. Siempre hay un lugar en “ese escenario futuro que añoramos
vivir”. Solo hace falta poner en marcha “el visor de antigüedades” y buscar la
fotografía de aquella escena. Solo es preciso, además, ponerle un poco de
música. Porque la música, especialmente la “más hermosa”, envuelve de magia el
recuerdo de aquella secuencia de la vida. Cuando la contemplemos, quizá nos
daremos cuenta que ya no estamos todos, que alguno se fue, allá muy lejos. Aún
así, cuando veamos el encanto de esa escena, y observemos cada uno de nosotros,
no podremos evitar el guiño de una sonrisa. Y entonces, nos sentiremos felices y
satisfechos de haber vivido aquel instante.
El contenido de la publicación de este post literario musical se refiere a la primera parte del "Volumen 15" y último de "La música más hermosa del mundo". Contiene 9 referencias de películas, 21 referencias musicales, 4 enlaces con escenas de 4 diferentes filmes y 30 marcos de imágenes.
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