Es la música que, cuando la interpreta nuestra musa, desde allá desde su universo azul, nos envuelve con sus notas y nos describe la escena que habíamos imaginado desde nuestra fantasía. |
"La música es pasión, amor y nostalgia".
(Richard Wagner)
"Dame una sinfonía de sonidos y yo buscaré su armonía, para
contener la pasión que me turba el alma, para amar la desesperanza de la vida y
para confortarme en la nostalgia"
(Rusty Andecor)
Y dijo Oscar
Wilde "El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas
y los recuerdos". Supongo que por eso es el llanto el que se consuela
en la música y son los recuerdos los que hacen aún más hermosa la música.
Y son los sueños, los que escenifican esa ilusión que bulle en nuestra imaginación, los que hacen que la música que los envuelve sea tan hermosa.
Nuevamente y como continuación al post anterior, es el "volumen 13" de "La
música más hermosa del mundo", el que relataba, figuradamente, "La niña del vestido
blanco", el cuento que parece describir la ilusión de una niña que
sólo busca hacer realidad su deseo y transformarse en la dama del vestido azul,
el que pone fin a esta parte de la crónica literario-musical. "La
niña", que ya es "la dama", que ante el engaño y confusión de
verse en su nueva vida quiere dejar estar envuelta en tul y volver a
convertirse en niña, con su vestido blanco.
El volumen 13 se abría con un tema que ponía fondo
al final del film "The
Illusionist", un cuento de animación que dirigía el cineasta francés Sylvain Chomet y cuya banda sonora también fue
compuesta por él. Se trata del título “Illusionist Finale”, del mismo Sylvain Chomet y con el que finaliza la película. (Clic en éste y en todos los títulos del resto de los temas)
El cuento había terminado. "La niña
del vestido blanco" se había dormido y el viejo mago había conseguido hacer su
último truco: se había desvanecido, allá en su universo más cercano, el de sus
“escenarios”. Ahora sólo quedaba el sueño. La niña soñaba con el cuento que el
duende le había contado, el mismo que conocía ya de su viejo mago. Pero él
también soñaba, y seguía obsesionado con sus trucos, especialmente con aquel
con el que trató de hacer volver a la dama del vestido azul, después de hacer
desaparecer a la niña y convertirla en ella, en “su dama soñada”. El
tema final de “The illusionist. Final”, recorre la
vida del mago y la que aparece en su “visor de antigüedades”, desde
las escenas de sus viejas y desvaídas “fotografías”. Pero también nos hace ver otro bello escenario, la de la fascinación de “la niña” admirando los trucos de su
mago, cuando hacía sus juegos con la chistera, con el toque de su varita
mágica. Las secuencias van transcurriendo, pero desde todos los ángulos de la
vida del mago y de la vida de la niña convertida ya en dama. Las escenas se van
sucediendo cada vez más lentamente; hasta que parece que ambos personajes se
duermen también dentro del sueño.
Isabelle y Hugo viven en "su cuento" la magia de su fantástica aventura, como los personajes de "mi cuento" viven también las "escenas de mi película". Todo vale en los cuentos. |
El tercer tema del volumen es "The Clocks”, compuesto por Howard Shore, para la BSO “Hugo”, describe minuciosamente el perfil psicológico del personaje de este film. Hugo, el niño huérfano que vive entre las paredes de
una estación de París, por donde circulan miles de personas al día, que debe
robar para comer, que no tiene ningún amigo, solo su inocente imaginación,
hasta que conoce a Isabelle, quien parece entenderlo y le ayuda, con quien vivirá una inolvidable aventura. De alguna forma se produce una
analogía con el tema de mi “álbum”, desde el primero hasta el
último volumen, ya que también hay un personaje, que al final termina
siendo un viejo mago, “huérfano” de amigos
que le entiendan, que “vive entre las paredes de su imaginación” y
que conoce a una dama que “parece entenderlo y que le ayuda”, como hace Isabelle, y con la que también vive una “inolvidable aventura”,
en este caso, más ensoñadora que real.
En la película, la magia inunda el
relato con sus prodigiosas imágenes y la imaginación enriquece aún más el
espectáculo, como en “mi película”, en la que también he querido
añadir mi propia magia y mi derroche de imaginación. No ha sido casualidad la
exhibición de esa fantasía de París, tan bellamente filmada en el film, la que
he querido elegir para ilustrar “las escenas de mi película”,
porque también en ella he representado con el pincel de mi imaginación los
dibujos, colores y la música de ese París de mis sueños. Al fin y al
cabo, “todo vale” en los cuentos; “Hugo” es un cuento y mi
“Álbum” también lo es. En cuanto a la música, el tema “The
Clocks” reúne todos los ingredientes de la fantasía descrita, con su
particular marco parisino “endulzado” con el acordeón, primero con un indispensable
vals y luego con una música más nostálgica. “Los relojes” que
aparecen en el film mientras se reproduce la música son los mismos que
podríamos imaginar cuando comprobamos ese “paso del tiempo” al
que tanto se refería el autor de este “álbum-cuento” mientras
ha hecho suceder las escenas de todos sus relatos.
Es una escena rescatada de ese "visor de antigüedades". La niña del vestido blanco en su baile de presentación. |
Otros de los temas que describe otra parte del escenario de este álbum, y que dan color y música a este cuento "semi-oculto", son los titulados “George's Waltz I” y "George´s
Waltz II", compuestos por Abel Korzeniowski y perteneciente a la BSO “A Single
Man”. Se trata de un vals triste, quizá muy
triste, que define el estado del mago cuando comprueba que ha perdido a la niña
del vestido blanco, después de haberla transformado en su vieja dama soñada,
desvanecido ahora su rastro. El tema tiene dos partes; el primero tiene un
movimiento elegante que envuelve la cuerda de la orquesta. El segundo es más
lento, más íntimo, dominado por el violín. En esta parte, la melancolía que
empapa la música parece describir, aún así, una tenue y tímida sonrisa; es uno
de los pasajes de las notas del violín. De alguna forma y en este caso… he elegido el tema
como “El vals del viejo mago”.
Es la imagen vaporosa y tenue, casi como una visión onírica, de esa dama preocupada por regresar a ser la niña del vestido blanco, embebida en su nostalgia y perdida en los recuerdos de su viejo mago. |
El sueño del viejo mago sigue visionando
su escenario de ensoñaciones, porque en la profundidad de su fantasía se
ilumina la esperanza que parecía perdida, entre los colores de la música y la
poesía, y con la apariencia de una imagen íntima y conocida, la de una dama con
su vestido blanco que, por medio de la magia de la ilusión, se va transformando
en vestido azul. Esa es la escena del tema “Amelia -
Theme”, de Gabriel Yared, de la BSO “Amelia”.
Y ya, finalmente, de la BSO de "Becoming Jane" ("La joven Jane Austen"), el tema “First Impressions”, de Adrian
Johnston . Es una música, de una
delicadeza y exquisitez que solo la melodía que interpreta el violín, el piano
y el resto de la orquesta puede crear, es el que describe “las primeras impresiones” del sentimiento de quienes se
complacen en la cercanía de un deseado y apenas ya esperado reencuentro. El
mago, mucho antes de este momento, cuando vislumbra la llegada de esa luz
amada, siente una emoción en su sueño... “Me encuentro ahora fascinado, por un brillante destello que aún no
se ha perdido, que aún no se ha apagado”.
A veces pienso en "esa dama", en el azul de su vestido, en el color de su ilusión. Siempre creo... es la esperanza, la que llevo siempre dentro, pero a veces... no la encuentro; sé que está en el corazón. Y por eso, recupero a aquella niña, la del vestido blanco, la que luce, deslumbrando; desde su virtud del alma, su inocencia y su candor. Y me quedo junto a ella, ensoñando, en la paz de mis recuerdos, escuchando aquella música, y mirando su destello, y abrazando su canción.
"El
hada del violín", es también una aparición que surge en el sueño. Ella es
la que acaricia el corazón y los sentimientos de los personajes del cuento.
Ángel González "Rusty Andecor".