"... tus alas de plata de seda, envuelta en tu imagen violeta, buscaron en mi, una sonrisa y el hechizo en mis sueños de una eterna nostalgia. |
"No temas volar sobre el viento,
ni dejes pintar sobre azul,
la esencia y sabor de tus sueños;
pues fuiste en el cielo una luz
"Quizá..., de tu hechizo quedaste prendada
y tus alas de plata y de seda
incitaron en mí... una sonrisa
y el rubor de una leve mirada"
"Rusty Andecor"
Porque... hay una musa en forma de hada, envuelta en violeta y está recostada, y es la que inspira una eterna sonrisa, la luz en mis sueños y el encanto de una bella nostalgia.
Es la
magia del ensoñador, "millonario de ilusiones", que inicia el "Volumen 11", de "La música más hermosa del mundo", con
una escena en la que describe su fascinación por la musa que le inspira, una
chica ciega de la que se ha enamorado, y de la que, preocupado por su destino,
no hace más que protegerla. Pero éste primer tema musical, "The millonaire", de "City Lights", no es el que he elegido para
definir el carácter de mi música de hoy, y su música estará en otro momento. Lo
cierto es que, para mi crónica literario-musical de este "volumen
11", he
preferido ponerle el color de "una sonrisa"; una sonrisa que tenía reservada para el final de aquel álbum, pero desde su comienzo, y que describo ahora en una escena llena de música.
Decía entonces, cuando escribía el prólogo de esa parte del álbum,
que "quizá mi
apego a la bohemia romántica que padece mi corazón ensoñador y mi abandono a la
imaginación más extravagante, me ha llevado ahora a romper mi rutina pesimista,
a pesar de la intensidad nostálgica de la música que inunda toda la obra. Y es
lo que ha hecho que triunfara en un “final feliz” o, al menos, el
que se deja entrever para el lector, que puede elegir entre ese desenlace o el
mensaje que lleva a la reflexión final. Puede que, como en otras ocasiones que
he sugerido, la trama y el desenlace está en la imaginación de cada uno, según
el significado que le aporte los temas de las bandas sonoras, no solo por
separado, sino en su conjunto".
Y es que, aunque la melancolía se adueñaba siempre del marco
musical y de la "literatura" con la que describía mis libretos,
necesitaba, casi siempre, una sonrisa para el final, aunque procediera del
color de esa fantasía con la que solía envolver el contexto de mis álbumes. Una sonrisa que yo terminé llamando, en el subtítulo de esta parte del álbum, "El destello".
Chaplin dijo: "No te escondas detrás de tu sonrisa", aunque, como en esta escena, también debió decir: "No escondas tu sonrisa detrás de tus dudas o temores" |
Escogí la película "Chaplin" para hacer este tributo
musical al "volumen 11". un film dirigido por Richard Attenborough en
1992, interpretado por Robert Downey Jr., Anthony Hopkins, Geraldine Chaplin y
un sinfín de grandes estrellas. La música para la banda sonora, la del maestro
John Barry. Su producción fue un fracaso comercial y, aunque se consiguió su
objetivo artístico y una impecable interpretación, de la biografía de Charles
Chaplin todos hubiéramos esperado mucho más. No fue una mala película, pero
parece como si el director estuviera tan enamorado del personaje real, no de
Charlot sino de Chaplin, que no supo ser más objetivo con el verdadero mensaje
que, de la agitada vida de Charlie, tenía que haber dado, el que queríamos haber
disfrutado. Hay quien dice que si ves unos cuantos cortos de Chaplin te quedas con un perfil más elocuente y con un mensaje más aproximado de su vida y de su carrera en el cine.
En "Smile", el primero tema que hemos elegido (hacer clic)
(el número 10 del volumen), "algo parece escucharse a lo lejos, quizá
demasiado lejos. Da la impresión de que es un vals, otro vals; pero éste... nos
describe algo así como una sonrisa. Sí, es la sonrisa del viejo Charlot, que
nos vuelve a recordar aquella misma sonrisa que él ve en una imagen aún muy distante.
Nos preguntamos si es la sonrisa de "ella". Al menos, es la que ve
desde los ojos de su fantasía".
En cuando al tema "Main
theme" (el número 22), la escena musical nos
describe el momento en que nos disponemos a escuchar la entrada impresionante de
las notas bellísimas, pero también melancólica, que interpreta un piano, y las
que acompaña, casi simultáneamente, la suavidad de toda una sección de cuerda,
que convierte la obertura de Chaplin en una melodía intensa, emotiva y
grandiosa. Y no podemos evitar, según escuchamos los campases del tema, cómo va
quedando manifiesto y transparente el carácter de la obra de un genio de la
música de cine, la de John Barry, recordándonos, cuando nos dejamos acariciar
por su poesía sinfónica, todas las grandes bandas sonoras que compuso ("La
calle del adiós", "Memorias de África", "Una proposición
indecente", entre otras muchas). Es el momento de prepararnos, cuando está a punto de
sonar los últimos compases del tema, para escuchar su
maravilloso poema sinfónico, porque es el mejor tributo que podemos rendir a
Barry.
Finalmente, en "Main
theme - Smile" (nº 23 del volumen) (hacer clic), además de rendir
culto a nuestro querido "maestro Barry", ¡qué mejor despedida que
"la sonrisa" y qué mejor tributo para ella que su música!, esa que exalta aquí el
tema de Chaplin y que arregló precisamente John Barry. Por mi parte, no dejo de reconocer que
me encanta la solemnidad de este gran poema musical, una de las melodías más
hermosas del cine y que ¡tan bien! sirvió para pintar lo más hermoso que puede
enseñar el ser humano a su semejante: la sonrisa, porque es la única
manifestación que tiene para transmitir su sentimiento, su disposición, sus
deseos, su respuesta y su verdad, sin decir nada, solo a través de los ojos,
desde su corazón y hasta aquel que sonríe. Nunca olvidaré la sonrisa inmensa de
Charlot que dedica a su chica, la florista ciega, cuando le compra una violeta
y después se la ofrece como su mejor regalo. Ella, a través de la oscuridad de
sus ojos, fue capaz de ver su sonrisa, porque la luz de sus ojos, como un destello, le llegó desde su corazón.
El milagro de la sonrisa está en hacer que lo difícil, imposible o aquello en lo que sueñas... se convierta en realidad. |
Y no olvidemos que siempre hay poesía en una sonrisa, al menos en esa con la que unos ojos serenos, dulces o vehementes, pero sinceramente risueños, nos declaran su afecto y su mejor deseo. Recordemos que el mundo sin una sonrisa estaría muerto y que si ese mundo fuera una inmensa sonrisa, se acabaría la vejación humana, las miserias a causa de la codicia de los poderosos, el engaño y la ruindad de unos y otros, y esa oscuridad que se vislumbra en nuestro futuro se transformaría en una luz de esperanza. Y recordemos, finalmente, que, aunque la sonrisa no es un truco milagroso para resolver de pronto un gran problema o convertir en fortuna una desgracia, es el único recurso, en cambio, gratuito y sencillo, para hacer llevadera la adversidad y para "seducir al destino", haciendo así que lo difícil, imposible o soñado se convierta en realidad.
"Rusty Andecor"
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