martes, 9 de diciembre de 2014

"Main theme - Smile", de "Chaplin"

"... tus alas de plata de seda, envuelta en tu imagen
violeta, buscaron en mi, una sonrisa y el hechizo en
mis sueños de una eterna nostalgia.
"No temas volar sobre el viento,
ni dejes pintar sobre azul,
la esencia y sabor de tus sueños;
pues fuiste en el cielo una luz
con alas de hada en tu cuento"
   
"Quizá..., de tu hechizo quedaste prendada
y tus alas de plata y de seda
incitaron en mí... una sonrisa
y el rubor de una leve mirada"

"Rusty Andecor"


Porque... hay una musa en forma de hada, envuelta en violeta y está recostada, y es la que inspira una eterna sonrisa, la luz en mis sueños y el encanto de una bella nostalgia.

Y es la vieja magia de la sonrisa, la que contagia a quienes tenemos
de cerca, la que reparte el ensoñador y "millonario de ilusiones", y
que tenía reservada, con esta entrañable escena, para el final de
de un álbum que subtitularía "El destello", porque eso sería lo que
derramaría de una eterna sonrisa: "un destello de esperanza".
Es la magia del ensoñador, "millonario de ilusiones", que inicia el "Volumen 11", de "La música más hermosa del mundo", con una escena en la que describe su fascinación por la musa que le inspira, una chica ciega de la que se ha enamorado, y de la que, preocupado por su destino, no hace más que protegerla. Pero éste primer tema musical, "The millonaire", de "City Lights", no es el que he elegido para definir el carácter de mi música de hoy, y su música estará en otro momento. Lo cierto es que, para mi crónica literario-musical de este "volumen 11", he preferido ponerle el color de "una sonrisa"; una sonrisa que tenía reservada para el final de aquel álbum, pero desde su comienzo, y que describo ahora en una escena llena de música.
  
La envoltura nostálgica siempre inundaría "La música más hermosa
del mundo", pero en ocasiones he intentado que triunfara el "final
feliz del cuento" y la sonrisa.
Decía entonces, cuando escribía el prólogo de esa parte del álbum, que "quizá mi apego a la bohemia romántica que padece mi corazón ensoñador y mi abandono a la imaginación más extravagante, me ha llevado ahora a romper mi rutina pesimista, a pesar de la intensidad nostálgica de la música que inunda toda la obra. Y es lo que ha hecho que triunfara en un “final feliz” o, al menos, el que se deja entrever para el lector, que puede elegir entre ese desenlace o el mensaje que lleva a la reflexión final. Puede que, como en otras ocasiones que he sugerido, la trama y el desenlace está en la imaginación de cada uno, según el significado que le aporte los temas de las bandas sonoras, no solo por separado, sino en su conjunto".
   
Y es que, aunque la melancolía se adueñaba siempre del marco musical y de la "literatura" con la que describía mis libretos, necesitaba, casi siempre, una sonrisa para el final, aunque procediera del color de esa fantasía con la que solía envolver el contexto de mis álbumes. Una sonrisa que yo terminé llamando, en el subtítulo de esta parte del álbum, "El destello".
  
Chaplin dijo: "No te escondas detrás de tu sonrisa", aunque, como
en esta escena, también debió decir: "No escondas tu sonrisa detrás
de tus dudas o temores"
Escogí la película "Chaplin" para hacer este tributo musical al "volumen 11". un film dirigido por Richard Attenborough en 1992, interpretado por Robert Downey Jr., Anthony Hopkins, Geraldine Chaplin y un sinfín de grandes estrellas. La música para la banda sonora, la del maestro John Barry. Su producción fue un fracaso comercial y, aunque se consiguió su objetivo artístico y una impecable interpretación, de la biografía de Charles Chaplin todos hubiéramos esperado mucho más. No fue una mala película, pero parece como si el director estuviera tan enamorado del personaje real, no de Charlot sino de Chaplin, que no supo ser más objetivo con el verdadero mensaje que, de la agitada vida de Charlie, tenía que haber dado, el que queríamos haber disfrutado. Hay quien dice que si ves unos cuantos cortos de Chaplin te quedas con un perfil más elocuente y con un mensaje más aproximado de su vida y de su carrera en el cine.
   
La florista ha ofrecido a su admirador que le compre una violeta. Él
le entrega sus últimos centavos y se queda con la flor que la
chica le ha escogido. La violetera es ciega, pero él le regala
una sonrisa y ella la ve con los ojos de su corazón.
En "Smile", el primero tema que hemos elegido  (hacer clic)
(el número 10 del volumen), "algo parece escucharse a lo lejos, quizá demasiado lejos. Da la impresión de que es un vals, otro vals; pero éste... nos describe algo así como una sonrisa. Sí, es la sonrisa del viejo Charlot, que nos vuelve a recordar aquella misma sonrisa que él ve en una imagen aún muy distante. Nos preguntamos si es la sonrisa de "ella". Al menos, es la que ve desde los ojos de su fantasía".
   
En cuando al tema "Main theme" (el número 22), la escena musical nos describe el momento en que nos disponemos a escuchar la entrada impresionante de las notas bellísimas, pero también melancólica, que interpreta un piano, y las que acompaña, casi simultáneamente, la suavidad de toda una sección de cuerda, que convierte la obertura de Chaplin en una melodía intensa, emotiva y grandiosa. Y no podemos evitar, según escuchamos los campases del tema, cómo va quedando manifiesto y transparente el carácter de la obra de un genio de la música de cine, la de John Barry, recordándonos, cuando nos dejamos acariciar por su poesía sinfónica, todas las grandes bandas sonoras que compuso ("La calle del adiós", "Memorias de África", "Una proposición indecente", entre otras muchas). Es el momento de prepararnos, cuando está a punto de sonar los últimos compases del tema, para escuchar su maravilloso poema sinfónico, porque es el mejor tributo que podemos rendir a Barry.
   

El admirador regala a la chica ciega la violeta que le había comprado
antes. Y es la sonrisa que le ofrece, junto con la flor que le entrega,
la que devuelve a la florista la luz de sus ojos y le da la vida a su
triste y oscuro mundo.
Finalmente, en "Main theme - Smile" (nº 23 del volumen) (hacer clic), además de rendir culto a nuestro querido "maestro Barry", ¡qué mejor despedida que "la sonrisa" y qué mejor tributo para ella que su música!, esa que exalta aquí el tema de Chaplin y que arregló precisamente John Barry. Por mi parte, no dejo de reconocer que me encanta la solemnidad de este gran poema musical, una de las melodías más hermosas del cine y que ¡tan bien! sirvió para pintar lo más hermoso que puede enseñar el ser humano a su semejante: la sonrisa, porque es la única manifestación que tiene para transmitir su sentimiento, su disposición, sus deseos, su respuesta y su verdad, sin decir nada, solo a través de los ojos, desde su corazón y hasta aquel que sonríe. Nunca olvidaré la sonrisa inmensa de Charlot que dedica a su chica, la florista ciega, cuando le compra una violeta y después se la ofrece como su mejor regalo. Ella, a través de la oscuridad de sus ojos, fue capaz de ver su sonrisa, porque la luz de sus ojos, como un destello, le llegó desde su corazón.

El milagro de la sonrisa está en hacer que lo difícil, imposible o
aquello en lo que sueñas... se convierta en realidad.
Y no olvidemos que siempre hay poesía en una sonrisa, al menos en esa con la que unos ojos serenos, dulces o vehementes, pero sinceramente risueños, nos declaran su afecto y su mejor deseo. Recordemos que el mundo sin una sonrisa estaría muerto y que si ese mundo fuera una inmensa sonrisa, se acabaría la vejación humana, las miserias a causa de la codicia de los poderosos, el engaño y la ruindad de unos y otros, y esa oscuridad que se vislumbra en nuestro futuro se transformaría en una luz de esperanza. Y recordemos, finalmente, que, aunque la sonrisa no es un truco milagroso para resolver de pronto un gran problema o convertir en fortuna una desgracia, es el único recurso, en cambio, gratuito y sencillo, para hacer llevadera la adversidad y para "seducir al destino", haciendo así que lo difícil, imposible o soñado se convierta en realidad.

"Rusty Andecor"

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